Hoy Jimena Hernández tendría 44 años, pero el 12 de julio de 1988 cuando solo tenía 11 y pese a ser una experta nadadora, encontraron su cuerpo en el fondo de la pileta del natatorio del colegio de la Santa Unión de los Sagrados Corazones, de Caballito. Cuatro jueces pasaron por la causa que investigó su muerte, más de 100 testigos y nueve imputados, aunque ninguno fue preso. El único que fue a la cárcel fue el papá de Jimena, Jorge Hernández, por cuestionar el trabajo de la justicia. El hombre murió el año pasado y sus restos fueron enterrados el 12 de julio, el mismo día que mataron a su hija. Después de 33 años,solo queda un expediente cerrado cubierto de impunidad.
El día del crimen Jimena había ido a la escuela para participar, como todos los inviernos, de una competencia de natación intercolegial. A las 15.45 fue la última vez que la vieron. Una hora después, la llamaron dos veces para que tomara su posición en el certamen y como no se presentó, la reemplazaron por otra alumna. Cuando su mamá, Norma Monfardini, fue a buscarla a las 17 ya no la encontró. Así, en un lugar absolutamente repleto de gente, Jimena había desaparecido.
Las autoridades del colegio le dijeron a la desesperada mujer que su hija ya se había retirado con “alguien” que la fue buscar. Después, otra persona aseguró haberla visto pasar todavía en traje de baño en dirección al aula, probablemente a buscar algo que había olvidado. Norma llamó entonces al papá de Jimena, Jorge, de quien estaba separada desde hacía un tiempo, y llorando empezó a explicarle lo que ocurría. En ese momento, el grito de un chico que había vuelto a la zona de la piscina a buscar sus antiparras la interrumpió. Cuando Norma volvió a hablarle a su exmarido sus palabras fueron un alarido cargado de dolor: “¡La encontraron muerta!”. Ya eran las seis de la tarde.
Jimena fue secuestrada, violada, torturada y asesinada. Así lo aseguró tiempo después su mamá delante de las cámaras de eltrece. Y subrayó: “Es un crimen de una magnitud tal que no cabe en ningún cerebro humano”. Pero para aseverar esto, el camino fue largo y tortuoso, y es la única certeza en los más de 12 mil días que pasaron desde entonces llenos de preguntas.
El cuerpo de Jimena fue encontrado en la parte más profunda de la pileta. Nadie sabía en ese momento cuánto tiempo había estado la chica sumergida, pero los intentos por reanimarla fueron inútiles. El juez Luis Cevasco fue el primero en tomar el caso y con una rapidez inusual, tras recibir el informe de los forenses, concluyó que Jimena había muerto por edema agudo de pulmón provocado por “asfixia por sumersión”. En otras palabras, que se había ahogado en la pileta. Su muerte había sido un trágico accidente.
Los padres de la víctima nunca se convencieron con esa versión y pidieron una segunda autopsia que reveló que, en realidad, la nena no tenía agua en los pulmones. El nuevo informe de los forenses estableció que Jimena fue asfixiada o ahogada en la superficie y que, ya muerta, tiraron su cuerpo a la pileta. Los peritos advirtieron además otro detalle que terminó de volcar la causa: había semen en la malla de la víctima. La hipótesis que cobró fuerza a partir de allí fue que un hombre abusó sexualmente de ella y la mató. “A Jimena la golpearon, tenía lesiones en el cuero cabelludo, en la región mentoniana, en la mejilla y la nariz”, detalló su hermano.
fuentes y creditos: TN